Conclusión

Mientras las provincias siguen pensando si adherirse o no al Registro Único de Adoptantes, o permitir la adopción por entrega directa, casi 20 mil chicos siguen encerrados viendo pasar su niñez sin la posibilidad de tener una familia, y esperando que un juez decida sobre su destino. Pero el tiempo es tirano en muchos casos y, la edad de los chicos es inversamente proporcional a la posibilidad de ser adoptados. Lo cierto es que la gente no busca chicos grandes sino bebés, entonces, a medida que los niños crecen, parecen destinados a vivir institucionalizados esperando a salir algún día. ¿Salir para qué? Adentro no tienen nada y afuera nadie los espera.
Llegó la hora de que los gobernantes piensen en los chicos y que no crean que agilizar las adopciones significa tener que disminuir los recaudos a la hora de dar un niño a una familia. El problema no son los controles -absolutamente necesarios- sino las trabas burocráticas.
Muchos matrimonios quieren adoptar chicos y muchos chicos quieren adoptar padres. Lo importante es que se encuentren y que deje de pasar el tiempo sin respuestas para ambos.

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